“Tengo una mosca en el ojo”.

¿Cuáles son las decisiones más difíciles de tomar en la alta montaña, y cuál te ha tocado enfrentar que recuerdes como muy complicada?

“Cuando hay que devolver gente de una expedición cumbre o cuando tengo que regresar de un cerro. Cuesta tomar la decisión, pero hay que apechugar. ‘Si metes la pata hazlo con facha y no ratoneando’, decía un amigo mío”.

¿Tuviste que abandonar la expedition everest ?

“El Everest en los himalayas. Estaba a 8.350 metros de altitud. 500 metros más arriba estaba la cumbre. Con el lente de mi cámara fotográfica miraba hasta la calidad de la nieve. Podría haberle dicho al mundo que subí la ruta al Everest, pero ¿quién me convence a mí? Tomamos el acuerdo de partir a la cumbre a las doce de la noche, el viento arrastraba nieve polvo y sepultaba la carpa. Cada una o dos horas había que salir y con una pala parte del material de montaña que teníamos y desenterrarla. Cada uno tenía su turno, cuando le tocó a Gastón Oyarzún empezó a palear la nieve y de repente me gritó:
¡Claudio, ayúdame!

Saqué la cabeza de la carpa y vi que Gastón se arrastraba hacia mí.

¿Qué te pasa?

(Gastón Oyarzún, compañero de Lucero en la expedition everest, sufrió con un edema cerebral, lo que les impidió llegar a la cima el año 1983).


Tengo una mosca en el ojo.

Lo metí a la carpa y llamé al médico Jorge Bassa, por radio, para informarle el problema.

Lo que pasa es que Gastón tiene un edema cerebral, me dijo el doctor.

Todos escucharon eso, incluso Gastón.

Entonces que suban los otros a buscarlo, que nosotros a las 12 atacaremos la ruta de montaña a la cumbre, le respondí al médico.
Los otros, como no van a la cumbre, han bajado al campamento base a arreglar su equipo para irse, me contestó Bassa.
¿Qué hago?

No sé, resuelve tú.

“Si no bajaba a Gastón se moría. Si descendíamos, perdía el cerro, y era el Everest, ¡el Everest!. Nunca nadie lo había subido en América y yo estaba a 500 metros de la cumbre. Miré la cima. Miré a mi compañero enfermo. Lo primero que pensé fue ‘mala cueva, compadre; aquí uno viene a la guerra y el que caga, caga no más, pero esta montaña no me la voy a perder’. Felizmente tuve tiempo para pensar. Hubo un Dios que me iluminó y que me hizo darme cuenta que es más importante una vida que una montaña. Y volvimos de los himalayas salvando la emegerncia”.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

hola a todos, "me ha cagado una mosca en el ojo, solo por mover una piedra, no se como, pero salio y me cago a tan gran velocidad, que pense que era algo que me salpicó de la piedra, al ver que cada vez me costaba abrir más el ojo y que no paraba de escoserme decidi de ir al medico, y alli se dijeron. lo de que era. asombrado me quedé,puede alguien decirme como se llama esa mosca o si es una mosca comun. gracias

Anónimo dijo...

No es como piensa Lucero; el siempre ha dicho que los que suben a costa de sus vidas y los que abandonan al compañero no son verdaderos montañistas... y tiene razón. Dudo mucho que se haya cuestionado si salvar una vida u obtener la gloria que de nada le serviría si un camarada caía en el trayecto.

Anónimo dijo...

Viejo maricón.

Anónimo dijo...

ES magnífico Lucero, todo lo que hizo sólo por alcanzar grande fama y duradera (como el Quijote). Lo normal era abandonar al compañero de expedición y subir a la cumbre del Everest. Quién puede creerse la historia del compañero de expedición con edema y que todos los demás los hayan dejado solos (como si a la cumbre sólo llegasen dos). Quería hacerse famoso: si llegaba, ninguna esperanza de la fama que buscaba, los reconocimientos y aplausos (serían breves y poco efusivos), la posibilidad de ser recibido por el Papa (¿subió para que el Papa lo recibiera?) (¿ha sido alguna vez deportista?) (¿o sólo un publicista de su propio ego?). En fin, no le resultó y quedó picado con los uruguayos. Es más, pasó una noche en la cordillera y se dio cuenta de que no cuesta nada pasar 72, es cosa de sumar uno más uno. Y, peor, nadie le reconoce que también estuvo ahí, donde tantos murieron y unos pocos sobrevivieron. Él también sobrevivió a Los Andes, nadie se ha dado cuenta.
Creo que Jordán es un gran deportista, un gran montañista. No entiendo esta espedie de envidia que manifiesta, la incapacidad para aceptar la grandeza ajena, sus logros (pequeños o grandes) como algo que lo enriquece y no como algo que lo opaca. Claro que hablo de mí: yo no entiendo. Quizá eso lo tranquiliza: me falta inteligencia, es todo.